
Niños que no saben gestionar sus emociones
Raquel Salazar (Psicólog@)
8 abril, 2025
Las emociones tienen un papel fundamental en el desarrollo infantil, ya que influyen en la forma en la que los niños se relacionan con su entorno, enfrentan desafíos y establecen relaciones interpersonales.
Aprender a identificar, comprender y gestionar las emociones es esencial para su bienestar personal y social. Sin embargo, algunos niños presentan dificultades a la hora de desarrollar estas habilidades de manera óptima, lo que puede generar un impacto negativo en su día a día y en su adaptación en el entorno escolar y social.
Por este motivo, es importante comprender cómo se desarrolla la regulación emocional, identificar las señales que pueden indicar una dificultad en ese proceso y conocer las estrategias que pueden implementarse desde casa y desde el colegio.
Índice
La gestión emocional en la infancia
La regulación emocional es la capacidad de reconocer, comprender, expresar y manejar las propias emociones. Es una habilidad fundamental para el bienestar subjetivo y la adaptación social de la persona.
La dificultad en el manejo emocional puede originarse por diversos factores, que van desde aspectos neurobiológicos hasta la influencia del entorno.
Estudios han indicado que la educación emocional desde la infancia es clave para el desarrollo de una buena inteligencia emocional. Esto se debe a que la falta de regulación emocional puede derivar a largo plazo en niveles elevados de ansiedad y estrés, así como en problemas conductuales que persisten en la adolescencia y la adultez (Guil et al., 2018).
En esta línea, la enseñanza del manejo emocional de un niño dentro del entorno escolar es fundamental para su correcto desarrollo. Los niños pasan buena parte del día en el colegio, y en ese tiempo se encuentran con distintos desafíos, como resolver conflictos con los compañeros, gestionar la frustración cuando cometen errores o afrontar la ansiedad cuando tienen que hablar delante de sus compañeros. No obstante, el profesorado no siempre ha recibido formación específica en educación emocional, lo que puede limitar su capacidad para acompañar a los alumnos en este proceso.

¿Cómo saber si un niño no sabe cómo regular sus emociones?
Existen algunas señales frecuentes en niños con baja competencia emocional, entre las cuales se encuentran la dificultad para tranquilizarse después de una rabieta, las respuestas exageradas ante pequeñas frustraciones, problemas en la interacción social (en ocasiones se muestran actitudes agresivas o de retraimiento) y una mayor predisposición a la ansiedad o al miedo.
Estos comportamientos pueden funcionar como señales de que el niño está atravesando algunas dificultades en el desarrollo de esta competencia, y, por tanto, es recomendable intervenir lo antes posible con las estrategias adecuadas que favorezcan su desarrollo emocional y social.
Estrategias para ayudar a los niños con la gestión emocional
La intervención temprana y continuada puede marcar una gran diferencia en el modo en el que los niños regulan sus emociones. Algunas estrategias son:
1. Crear un entorno seguro y de apoyo
El vínculo afectivo entre los cuidadores primarios y los niños es clave para un adecuado desarrollo emocional infantil. Cuando los niños se sienten aceptados, escuchados y comprendidos, adquieren herramientas de regulación emocional.
Por ello, tanto las familias como el personal escolar deben actuar como figuras de referencia emocional. Dado que pasan mucho tiempo con los menores, es importante que sepan validar las emociones del niño y ofrecerles un espacio seguro donde sentirse acompañados.
2. Enseñar a nombrar y a reconocer las emociones
Poner nombre a la emoción que experimentan les ayuda a comprender lo que sienten y a poder comunicarse mejor con el exterior. Además, al identificar lo que sienten, la intensidad con la que viven los distintos estados emocionales puede disminuir. El uso de herramientas como los cuentos, los juegos y los dibujos favorece este aprendizaje desde edades tempranas.
3. Incorporar estrategias de autorregulación
La práctica de técnicas como la respiración consciente, el mindfulness adaptado a la infancia o la toma de una pausa antes de reaccionar impulsivamente, le permite al niño ganar control sobre sus impulsos y aprender a gestionar sus emociones con mayor eficacia.
La autorregulación se fortalece cuando se enseña de manera constante y se integra en la rutina diaria.

4. Promover la empatía y el desarrollo de habilidades sociales
El uso del juego cooperativo, las actividades grupales y las dinámicas de roles son espacios perfectos para cultivar la empatía y la capacidad de ponerse en el lugar del otro. Estos aprendizajes resultan esenciales para establecer relaciones saludables y afrontar los conflictos de manera constructiva.
La psicología positiva como herramienta en la regulación emocional
La psicología positiva se centra en el estudio del bienestar y los elementos que lo potencian, como las fortalezas personales, las emociones agradables, la resiliencia y el sentido vital.
En el ámbito infantil, esta perspectiva propone enfocarse en los recursos personales que el niño utiliza de manera óptima y obtiene resultados positivos. Desde este enfoque, el refuerzo positivo se convierte en una herramienta clave para consolidar las conductas saludables. Además, se fomenta el uso de la gratitud para que el niño tenga un proceso de aprendizaje más estable y amable, y pueda ir agradeciéndose los pasos que da en el camino.
El rol de la inteligencia emocional en el desarrollo infantil
La inteligencia emocional abarca un conjunto de habilidades como la conciencia de uno mismo, la autorregulación, la motivación, la empatía y las competencias sociales (Goleman, 1996). Estas capacidades están estrechamente relacionadas con el éxito académico, la calidad de las relaciones interpersonales y el bienestar emocional.
Desde la educación emocional se busca poner al niño como el protagonista de su propio aprendizaje. Para ello, pueden utilizarse ejercicios prácticos como la reflexión guiada sobre las emociones que ha ido experimentando, la escritura de un diario emocional, con ayuda si la necesita, y dinámicas grupales centradas en el reconocimiento y la expresión emocional a través del juego.
En resumen, la educación emocional desde la infancia es muy necesaria, ya que promueve el desarrollo de competencias que influyen directamente en la autoestima, la construcción de vínculos y el bienestar psicológico a largo plazo. Detectar de manera temprana posibles dificultades, brindar acompañamiento emocional y trabajar con estrategias prácticas puede marcar una gran diferencia en la experiencia emocional de los niños.
Desde el entorno más cercano como es el hogar y la escuela, todas las personas involucradas en el desarrollo del niño pueden contribuir a crear un entorno en el que la gestión emocional sea parte natural del crecimiento infantil.
Referencias bibliográficas
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Bisquerra, A., y Hernández, S. (2017). Psicología positiva, educación emocional y el programa aulas felices. Papeles del psicólogo, 38(1), 58-65.
De Pedro, A. I. I. y Fernández, M. M. (2020). Creciendo con las emociones: inteligencia emocional de la niñez a la adolescencia. Revista INFAD de Psicología. International Journal of Developmental and Educational Psychology, 2(1), 137-148.
Carrillo, A., Estévez, C., y Gómez, M. D. (2018). ¿Influyen las prácticas educativas en el desarrollo de la inteligencia emocional de sus hijos? Revista INFAD de Psicología. International Journal of Developmental and Educational Psychology, 1(1), 203-212.
Guil, R., Mestre, J.M, Gil-Olarte, P., De la Torre, G. G. y Zayas, A. (2018). Desarrollo de la inteligencia emocional en la primera infancia: una guía para la intervención. Universitas Psychologica, 17(4).
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