Amor platónico

Rebeca Gómez (Psicólog@)

7 febrero, 2024

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Recuerdo momentos en mi adolescencia en los que, el simple hecho de pensar en uno de mis ídolos musicales, producía en mí una emoción que yo identificaba como amor platónico.

Seguro que alguna vez has escuchado la expresión “amor platónico”, referida a un amor imposible que no puede llegar a materializarse en una relación, sino que se basa exclusivamente en la fantasía y en la idealización de la persona amada.

Pues bien, resulta que este significado que de forma coloquial hemos otorgado al amor platónico difiere ligeramente del concepto original. Incluso puede estar relacionado con algunas creencias perjudiciales para nuestro bienestar emocional.

Si quieres descubrir más sobre este concepto, sigue leyendo 😉 

El Amor según Platón

Platón fue un filósofo griego cuya concepción del amor se manifiesta en su obra “El Banquete”. 

Según Platón, el amor tiene que ver con apreciar la belleza tanto del cuerpo como del alma, las dos realidades que coexisten en el ser humano. Sin embargo, para el filósofo, el amor verdadero o amor platónico va más allá de la belleza física y la de pasión, se focaliza en el interior de la otra persona y tiene que ver más con el amor por la sabiduría, los conocimientos, las ideas y el espíritu.

Debe considerar más valiosa la belleza de las almas que la del cuerpo, de suerte que si alguien es virtuoso del alma, aunque tenga un escaso esplendor, séale suficiente para amarle, cuidarle, engendrar y buscar razonamientos tales que hagan mejores a los jóvenes, para que sea obligado, una vez más, a contemplar la belleza que reside en las normas de conducta y a reconocer que todo lo bello está emparentado consigo mismo, y considere de esta forma la belleza del cuerpo como algo insignificante.

Parma, 2007

Por lo tanto, no se trata de un amor imposible en sí, sino de uno que se basa en la pureza, en la virtud, en la apreciación de las ideas y las formas perfectas, que perdura en el tiempo y es desinteresado. 

Entonces, ¿qué se considera amor platónico?

En el argot popular, decir que una persona es tu amor platónico implica de alguna manera que esa persona sólo es accesible en el mundo de las ideas, resultando inalcanzable desde el punto de vista físico. Es decir, ese amor no puede incluir un contacto o vínculo sexual. 

Sin embargo, esta versión actual del amor platónico no es del todo acertada, ya que Platón no excluía la parte erótica del amor, sino que se centraba en la belleza del carácter y en la inteligencia de una persona, y no en su apariencia física.

El propio Platón afirmaba que el amor verdadero (platónico) no se puede alcanzar en el mundo real, pues es un amor perfecto, y la perfección no existe en el mundo real, sólo en el mundo de las ideas.

Esta es la razón por la que coloquialmente relacionamos amor platónico con amor inalcanzable.

Consecuencias de idealizar el amor

Coloquialmente, el amor platónico está fuertemente relacionado con la idealización de la persona amada, pues nos hace tener una visión de la otra persona como perfecta. Idealizar a la pareja (ya sea en una relación real o deseada) consiste en atribuirle cualidades que hacen a esa persona más bella o agradable de lo que realmente es, apartando todo lo que consideramos malo o negativo. Por lo tanto, no es una visión real.

El proceso de idealización generalmente se asocia con el estado de  enamoramiento propio del amor romántico. Por supuesto, en esta etapa de la relación es totalmente normal y saludable, sin embargo, si se dilata en el tiempo, se convierte en obsesión o va asociado a determinadas creencias falsas sobre el amor, puede dar lugar a diferentes consecuencias negativas. Veamos algunas de ellas.

Choque de realidad

Idealizar mucho a una persona provoca que sólo conozcamos su mejor versión, haciendo que nuestras expectativas sobre la “excelencia” de esa persona crezcan y perduren en el tiempo. Esto hace que corramos el riesgo de malinterpretar su verdadera forma de ser, y da lugar a desilusiones y frustraciones cuando conocemos más a fondo a esta persona.

Espejo de lo que queremos ser

A veces, cuando idealizamos a alguien que no conocemos, lo que hacemos es depositar nuestros propios deseos en la otra persona, es decir, buscamos en la otra persona todo lo que queremos en nosotros/as mismos/as pero que no tenemos o no podemos alcanzar. 

En estos casos, lo más recomendable es reflexionar sobre nuestros logros y valores, trabajar el autoconocimiento y ser consciente de nuestras fortalezas, para sentirnos personas completas y felices.

El mito de la media naranja

El amor platónico alude a la tarea de buscar y encontrar la parte del alma que nos falta. Esto tiene dos efectos: uno, que nos sentimos incompletos sin una pareja y otro, que hay alguien perfecto esperándonos en algún lugar del mundo. Te puedes imaginar el malestar que puede producir esta idea en determinadas situaciones.

No hay que dejar de lado que estamos programados para vivir en familia, pero cada persona en cada circunstancia tiene unos tiempos distintos, y socialmente, crear una familia se está postergando cada vez más en pro del desarrollo profesional o de una vida rica en ocio. Darnos el tiempo que necesitemos sin dejarnos llevar por la presión social, es una señal de autoestima y de salud psicológica.

Aquí te dejo un post muy interesante sobre la Autoestima: qué es y 10 técnicas para mejorarla.

Y en relación a la pareja perfecta, tiene mucho que ver con cómo percibimos a la pareja durante el enamoramiento, si sólo nos quedamos con esa visión, ¡claro que es perfecta! Pero poco a poco iremos encontrando luces y sombras. Lo importante es que el balance nos compense.

Estar en pareja es sólo una forma de ser felices. Y las relaciones de pareja felices las componen personas que ya eran felices previamente a estar en pareja 🙂  

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Fuentes de datos:

• Penagos, J. A. R. (2013). ¿ Qué es el amor platónico? El paso de la química del amor al eros filosófico. Poiésis, (26).
• Parma, L. R. (2007). Sobre el dolor y la contemplación en el camino de Diotima de Mantinea. La Lámpara de Diógenes: Revista Semestral de Filosofía, 8.